Buscar al mito, la leyenda viva, la esencia del mestizaje entre la marginalidad melancólica del jazz y la garra del rock, el feeling deep absoluto…el alma.
Jairo y Nora preparaban su tesis doctoral sobre TRANSVERSAL ASPECTS OF MAINSTREAM MUSIC CRITICISM….no dudaron. Detroit : ambientes suburbiales y deprimentes de las grandes ciudades americanas, Detroit paradigma, con sus edificios de ladrillo, sus neones y sus nevadas, una fotografía… melancólica, bares, carreteras desiertas, cables suspendidos, drogas y pobreza, desolación, Detroit Cass Corridor…y aquel poeta raro con un rastro de misterio del que habían oído hablar entrecortadamente a su preparador …había sido suficiente para animarles hasta la ansiedad …y todo con ese aire folk…que aderezaba el ambiente.
Después de horas de vuelo llegaron finalmente a su destino, un escalofrío de excitación les recorría el cuerpo como una descarga que les hacía olvidar el cansancio.Aparcaron en esa parte marginada cerca del río donde podían ver descender la niebla…algo como una emoción latente e inexplicable se cernía en el ambiente… tal vez entremezclado con el sonido de los barcos cargadores que fondeaban cerca del astillero, ecos industriales como los que martilleaban el exhausto cerebro de Henry Spender en La Cabeza Borradora.
Los síntomas de agotamiento no les impedían preguntar a todo ser moviente por El Poeta de Cass Corridor, el cantautor misterioso de quien esperaban “el concierto” que les marcara para siempre, que removiera los cimientos de todo en lo que habían creído hasta entonces; buscaban escribir sobre él por lo que sentían que representaba : aquel espíritu errante y esquinero que transitaba esquivo por la ciudad y los alrededores de la destilería bastiendo el mito cuya resonancia les había llegado desde el otro lado del océano…
De repente se sintieron como en una novela de Conan Doyle, apareciendo entre la neblina para adentrarse en ese lugar “THE SEWER” en el que a su vez había que atravesar una cortina de humo denso: cervezas, cáscaras de pistachos, infinito caos y entonces escuchar ese sonido : alguien rasgando, aporreando la guitarra y escuchar esa voz, la cadencia extraña, arrastrada… así que sin pestañear atravesaron el humo y en la esquina pudieron ver la sombra de un hombre, imposible verle la cara, se acercaron más y vieron al tipo dándoles la espalda, y eso era todo lo que veían, el reverso de un hombre cantando en una esquina sin dejarse ver, era una escena sutil ver aparecer esa voz en la espesura, tal vez era un modo de forzarse a escuchar las letras…habían oído que trabajaba en la construcción de la carretera, que iba de un lugar a otro sin residencia fija, como un vagabundo. Sabían que Detroit era un lugar muy duro en los 70, la gente abandonaba sus casas, todo aquello estaba marcado por la decadencia y aquel era el hábitat natural de su hombre.
Finalmente consiguieron quedar con él, donde él prefería, siempre en una esquina u otra de alguna calle entre el aura de las nubes bajas, el smog o fuera lo que fuese que le circundaba como un halo que lo hacía aparecer de repente ante sus ojos sin saber de dónde venía.
Nora y Jairo lo creyeron en esa estampa que desprendía él, lo veían como el poeta de las calles, musicando en sus versos lo que veía alrededor y plasmando su personal mirada sobre la crudeza de lo que contemplaba sobre las calles de Detroit, en su barrio y las gentes que las transitaban. Era un hombre sencillo, afable y reservado que les colmó de impagable información para su trabajo de campo. No quiso nada, bueno si…les pidió que lo invitaran a una cerveza, a cambio cantaría solo para ellos dos.
Ambos percibieron con claridad que no era solo talento, era un profeta…eso fue cuando escucharon de sus labios: “Cause”, la canción más triste del mundo.
A Sixto Rodríguez
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