19 de septiembre de 2010. Aprovecho las fiestas de Parla para asistir al concierto de Sergio Dalma. Todos mis amigos dicen que soy un puto friki, que como me puede gustar esta música. Paso de ellos, que digan lo que quieran. Me gusta todo tipo de música y no porque a ellos les parezca una mierda voy a dejar de disfrutar de un buen concierto, o eso espero, porque es el primero que voy a ver. He estado en muchos, y de todo tipo, pero no de Sergio Dalma. Mi madre es una gran fan, pero no ha podido venir porque está ingresada y me ha pedido que venga yo y se lo cuente. No me he podido negar, y aquí estoy. De todas formas conozco bien su música porque la he escuchado infinidad de veces por mi ella.
He llegado pronto. Faltan más de dos horas y no hay casi nadie. Aprovecho para ponerme en primera fila y poder sacar fotos y videos lo más cerca posible. Esto a mi madre le va a encantar.
El escenario está colocado en una explanada grande que hay en el recinto ferial. Antes de pillar sitio me he pasado por los puestos de la feria y me he comprado algo de comer y beber para no perder el sitio.
Estoy despistado mirando el whatsapp en el móvil leyendo todos los comentarios del grupo de colegas que me está poniendo a parir. Prefiero no entrar al trapo, menuda panda de inútiles, tengo que cambiar de amistades.
Cuando levanto la cabeza del móvil me encuentro con el rostro más maravilloso que he visto en mi vida, una preciosidad. Me he quedado embobado mirando la carita de un bebé que sólo tendrá cinco o seis meses y que se me ha quedado mirando igual de embobada que yo.
¡¡¡¡Vaya, creo que me he enamorado!!!!
La madre, a la que no consigo ver bien porque está mirando hacia otro lado, tiene el pelo rubio rizado, como el de su hija. Al girarse nuestras miradas se cruzan y por un momento permanecemos los dos mirándonos, yo todavía con cara de bobo por el impacto de ternura que me ha provocado la niña.
-Ho… hola – ridículo, tío, pero como puedo comenzar una conversación así. ¡¡Por Dios!!
– Hola-
– Tienes una hija preciosa… porque ¿es tu hija? Es igualita a ti.- toma, para arreglarlo, directo al corazón.
Me sonríe. No me puedo creer que en un momento me haya enamorado dos veces. Si la niña es preciosa, su progenitora es una diosa. Ojos azules, mirada intensa, nariz respingona pero lo justo, piel morena y destacan unas pequitas que la hacen irresistible.
-Sí, y parece que le has caído bien-
Empieza a llegar más público. Esto se va a llenar y nos colocamos bien para no perder sitio.
Entablamos una conversación amena y agradable. Me cuenta que es madre soltera y que le encanta Sergio Dalma. Hasta ahora no había podido ir a ningún concierto por razones obvias. Me parece raro que vaya al concierto con la niña siendo tan pequeña y me comenta que se iba a quedar con sus padres pero que volvían de viaje y han pillado un atasco y llegarían más tarde.
Esto está a punto de comenzar y hay un ambiente muy bueno. Observo el tipo de público asistente comprobando que los hay de todas las edades, pero sobre todo mujeres de mediana edad. Bueno no sé como catalogarlas, de entre cuarenta y cincuenta.
Las luces del escenario se encienden y comienza a sonar la música. Todo el público se vuelve loco aplaudiendo y gritando. Me giro para ver cómo están mis nuevas amigas. Las dos tienen la misma cara de alegría e entusiasmo. Me doy cuenta de que no sé cómo se llaman pero ahora no es el momento de ponerme a preguntar.
Suena “Cuidaré”, uno de las últimas canciones de su nuevo disco “Trece”. Mi primera impresión es que este tío es grande, con carisma y con una voz en directo buenísima.
Al acabar la canción todos aplaudimos y muchas mujeres comienzan a gritar ¡¡¡Guapo, guapo!!!
Yo, sin darme cuenta me doy la vuelta y cojo a la niña en mis brazos, sin tener resistencia de su madre que me mira ilusionada por el momento de tener tan cerca a su artista favorito.
Sergio comienza a saludar y a dar las gracias al público asistente fijando su mirada especialmente en la niña. Veo que hace un gesto a su gente de seguridad.
El concierto continua con un repertorio que abarca los últimos temas de su disco y entrelazando con sus grandes éxitos hasta llegar a un pequeño descanso. Estamos eufóricos, está siendo genial. En ese momento el jefe de seguridad nos dice que hagamos el favor de acompañarle. No entendemos que pasa, en principio nos mosqueamos y le decimos que queremos ver el concierto. Pero insiste y accedemos por a la zona reservada a la prensa justo frente al escenario. Ya algo más tranquilos nos explica que vamos a ver el concierto desde detrás del escenario. Yo sigo con la niña en brazos y su madre nos da un abrazo tan fuerte que por un momento me corta la respiración. Por lo visto a Sergio le ha parecido muy bonito que estuviéramos en familia disfrutando del concierto y que nos quería ofrecer la posibilidad de subir al escenario.
Nos miramos los dos y sin decir ni una palabra nos echamos a reír con todas nuestra ganas. El hombre nos mira perplejo y nos damos cuenta. Simplemente con una mirada nos entendemos y decidimos no decir que nos acabamos de conocer.
Pedazo de concierto, el que estamos disfrutando en “familia”. Jeje, me gusta como suena, quien sabe, podría ser, ¿Por qué no?
Suena “Galilea” y la chica de mis sueños me dice que ya se acaba, que siempre termina con esta canción. Y efectivamente termina por todo lo alto, con todo el público y nosotros dando saltos al son de la música. Ha sido espectacular, no sólo el concierto sino todo lo que lo ha acompañado.
Una noche mágica.
Qué bonito relato. ..Me has hecho estar en ese concierto y disfrutar de esa niña de ojos azules y su madre. Galilea la he escuchado dando saltos detrás del escenario.
¡¡ Felicidades Daniel Casamajor pintado! !!
Desde ahora tienes una lectora admiradora tuya. Un beso
Me ha gustado mucho…se agradece su frescura…aunque me he quedado con ganas de más…
Muy bien, señor! 😀
Me ha gustado mucho y yo también me he quedado con ganas de mas…..
Precioso Dani, me has hecho disfrutar leyendo esta historia, y sabes que no me gusta nadaaaa. Un beso y felicidades.