Ocurrió una tarde de primavera en la peluquería de mi tía en el pueblo. Recién había cumplido los catorce. Mientras me peinaban, por la televisión encendida apareció él. ÉL. Impactaban su baile sensual, su chaquetilla ajustada de torero, el maquillaje de sus ojos y su larga coletilla. No dejaba a nadie indiferente.
Y tanto fue así que me cambió la vida.
A partir de esa tarde, me hice su fan, y empezaron también a interesarme otras cosas: Empecé a cuidar mi vestuario, a salir con chicos y a leer ciertas revistas y libros.
Un acontecimiento importante fue dos años después cuando mi padre, que era millonario porque le había tocado la Lotería de Navidad, le contrató para las fiestas del pueblo. Nunca olvidaré esa noche. Allí estaba delante de mí moviéndose como un dios. Al final del concierto pude abrazarle y hacerme fotos. Le amaba…
Hoy, 30 años después, y con una carrera increíble, actúa en el Santiago Bernabéu. Afortunadamente, voy a poder abrazarle tras el concierto, ya que mi marido tiene buenos contactos. Ojalá me reconozca.
Le diré que se merece ser el rey del pop. Y le agradeceré lo que ha hecho por mí. Que sin él no me hubiera convertido en mujer. Le conozco: se sonrojará. ÉL es así.
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