LA belLA múSIca se despertaba sobRE el rocío de LA hierba con el SIlencio de los vientos…
REcostada a MI LA-DO abría sus Largas pestañas con el sonido de los lirios muSIcales, LOS trombones, que comenzaban a floREcer en aquella mañana de agosto…
…LAs primeras en aparecer tras LA partitura de Don Piano, fueron las saltarinas y alegres corcheas que correteaban detrás de Negra y Blanca…
Un gallo las REgañaba cada vez que aparecían a la hora de la SIesta (SIlencio de REdonda…).
ToDO cobraba movimiento, y los pelilLOS de MIs brazos se ponían de puntillas para podER vER mejor el baile que tenían LAs cuERdas de tendER contrabajos de DOña REvERbERación.
El “shaal” sonaba junto a las olas de mar…
…todo ERa perfecto en aquella montaña llena de graves…
El REsto de figuras y notas, de aquel paisaje lleno de NaturALeza, se disfrazaban y escondían en esta melodía de palabras, sentimientos y canciones…
Adornaban la mano izquierda de Don Piano, que en una eclúdirga melodía, chapurreaba LOS últimos acordes, de una melodía en tonos menoREs…
Sostenidos por Bemoles, LOS SIlencios de corcheas, aparecían entre LOS “carDOs borriqueros”…
Aquella mañana ERa única, LA belLA MúSIca, se emocionaba al verse en el REflejo de aquel chorro de sensaciones…mientras abrazaba a esos pequeños REcovecos…apaSIonaDOs y menuditos, LOS llamaDOs Corazones.
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