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Desde mi puesto podía ver cada rasgo de su cara, sí, esa que tanto me gusta ver. No tiene la cara de porcelana pero me gusta como es, desde mi puesto veo como se concentra con destreza y agilidad, su lápiz se mueve con facilidad rellenando cada parte de la hoja, gracias a su distracción puedo analizar cada parte de él, puedo mirar y mirar lo que más me gusta y puedo desechar lo que no. Aunque nuestras miradas se encuentren más de lo debido nos sentimos cómodos con ellas, podemos mirarnos y expresar todo lo que no decimos en nuestro silencio tortuoso. Son pocas las veces en las que puedo acercarme y mirarlo sin tener que disimular, son muchas las veces por las cuales le grito con la mirada «ven, te necesito» y son dolorosas las veces en las que veo su mirada y entiendo claramente su «yo también”. Tu mirada de esperanza me invitan a acercarme a ti para terminar admirándonos los dos de cerca.
Photo by Andrew Neel on Unsplash
Acerca del autor
Escrito por: ChicaRosal
déjame enamorarte
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