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Nunca consentiré que no sea yo quien se lleve el premio.
Cuando el presentador pronunció su nombre y ella comenzó a caminar hacia el atril donde recibiría el premio, tropezó con algo, todos lo achacaron a los taconazos que llevaba y que la impidieron mantener el equilibrio, cayendo hacía el foso del teatro. Nadie descubrió que el cable del micrófono se tensó a su paso y se volvió a destensar tras la caída. Únicamente quedaría su recuerdo como la prometedora autora que tuvo un desgraciado accidente justo cuando iba a recoger el premio que la consagraría.
El premio quedó desierto y maldito. Ningún autor se atrevió desde entonces a presentar su obra por la superstición de que no saldría con vida cuando se pronunciase su nombre.
Acerca del autor
Escrito por: Luisa Gil
(Madrid, 1961). Es Ingeniera y escribe poemas y cuentos. Ha publicado relatos en distintas antologías de Playa de Ákaba como miembro de la Generación Subway, en Diversidad Literaria, en Espacio Ulises, en La Isla del Escritor de ELDE y en la revista Realidades y Ficciones (junio 2017). Ha publicado el poemario Silencio en mis auriculares (Playa de Ákaba, marzo 2016) y ha colaborado con sus poemas en varios volúmenes de Generación Subway Poesía, en Mujeres sin Edén de Playa de Ákaba, en Diversidad Literaria, en Letras como Espada, en Luz Cultural.
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