La muñeca “Bellísima de Famosa” se remueve de impaciencia en su caja de cartón. Esta es la noche más bonita de su vida: es noche de reyes. Acicalada, dentro de la caja intenta permanecer quieta, para recibirla como se merece: luciendo espléndida melena rubio platino, botas blancas de lo más chic y un traje diseñado por “Arnulfo Clandestino”, el diseñador de las “celebritis”.
Presta atención a cada ruido que le llega del exterior pensando que ya ha llegado el momento. Su momento. Cuando rasgaran el cartón ella sería el centro de todas las miradas. Grandes y pequeños ensalzarían su figura, su pelo, sus largas y sedosas piernas, sus marinos ojos de pestañas siempre entornadas; y ella a cambio recibiría un “Hogar”. Esa sería su casa para siempre, al menos hasta que la pequeña creciera y abandonara el nido. Luego había muchas alternativas, la mejor de las cuales era pasar directamente a sus hijas.
Los pensamientos de Bellísima desfilan por distintos derroteros engañando la espera, hasta que su caja comienza a girar como molinillo de colores. Es el momento, se dice y sujetándose a las gomas que la fijan al cartón intenta poner la mejor de sus sonrisas.
Detrás del plástico un remolino de gente la mira y remira, especialmente una pecosilla de cara redonda y ojos abiertos de par en par, que no para de preguntar: ¿es para mí? ¿de verdad es para mí?. Y después lo que tanto anhela: ¡Mamá es preciosa!
¡Qué descanso! Exclama Bellísima cuando al caer la noche, la niña se duerme rendida de cansancio y a ella la ponen en aquella bonita estantería. En el centro de la habitación, dónde todo el mundo puede admirarla.
Con el transcurso de los días Bellísima empieza a inquietarse. Algo no marcha. Ve como la niña la mira curiosa, pero da media vuelta y sale de la habitación dejándola en el estante día tras día.
Ofendida por el abandono, piensa en tomar medidas. Uno de los días que la niña la está mirando, Bellísima se remueve en la estantería y cae encima de la cama. La pequeña la coge entre sus brazos y la arrulla mientras le canta bonitas canciones. Poco después unos sonoros pasos entran a la habitación, cogen a Bellísima y la devuelven al estante:
-Mejor dejamos aquí la muñeca que si la tocas se estropea.
Bellísima está desesperada. Mientras la colocan en el estante sus ojos gritan a la pequeña: ¡No me dejes! ¡Cógeme! ¡Quiéreme!
La niña la mira con rabia y se aleja.
Años después, cuando la niña ya no siente ni deseo, ni rabia, y es lo suficientemente alta para llegar a la estantería, regala la muñeca. Antes de marcharse ambas sostienen sus miradas con la tranquilidad que deja el desencanto y piensan: lástima, podría haber sido una bella historia de amor.
Escrito por: María José López Magán
Ganadora del II Premio «Mujer al Viento» con su novela «Transumere»
Como siempre, te invitamos a que nos dejes tus opiniones y comentarios sobre este relato en el formulario que aparece más abajo. Además, si te ha gustado, por favor, compártelo en redes sociales. Gracias.
Bonita y tierna historia…
Gracias Maite por tu comentario. Preciosa historia, también triste. Un saludo
Cuántas muñecas quedaron ,como Bellísima , esperando en la estantería por temor a que se rompieran. Juguetes creados para ser admirados en la distancia, qué ironía. Prometo no permitirlo nunca más !
Gracias María José López Magán.
Muchas gracias Mamen por tu comentario. La verdad es que el relato de María José López Magán ha gustado mucho. Hay mucha profundidad en su relato. Gracias por aportar con tu comentario a esta comunidad. Un saludo