En mi barrio existía un lugar donde caída la tarde los mayores se reunían para conversar. Me pasaba las tardes de verano oyendo sus relatos. De todos ellos recuerdo especialmente él que les voy a contar a continuación:
Viendo la maldad de los hombres, Dios mandó al recto Noé a construir un arca y meter en él a siete parejas de animales de las especies consideradas puras y solo una de las impuras.
Después de cuarenta días con sus noches lloviendo, el globo terráqueo parecía una gran pompa de agua gelatinosa flotando en el espacio. Como Dios sabía que durante ese tiempo era muy difícil mantener tanto animal junto decidió suprimir todos sus instintos.
Pero al cabo de un año Noé oyó cacarear a las siete gallinas a la vez. Cuando se acercó contempló asombrado que cada una había puesto un huevo de un color diferente. Entendió enseguida que se trataba de una señal de Dios y envió a un cuervo a realizar un reconocimiento del terreno; pero al cuervo, haciendo honor a su fama, se le olvidó el camino de regreso y nunca más volvió. Luego, pese a las protestas de la gallina, envió a la paloma que trajo el famoso ramito de oliva en el pico y se llevó toda la fama, encarnándose desde entonces en la embajadora universal de la paz.
Pero Dios reconoció el mérito de la gallina y estableció el primer pacto con los hombres, simbolizándolo con el arco iris, en recuerdo de ese día.
La gallina ha seguido reivindicando hasta nuestros días, con su cacareo cada vez que pone un huevo, que ella fue la elegida por Dios para anunciar el pacto con Noé, por el que prometió que nunca más volvería a castigar a la humanidad con otro diluvio.
Escrito por: Rito Santiago Moreno Rodríguez
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