Tantas veces en la vida oí primero y, sufrí después las diferentes formas de dolor que padecemos las personas en la efímera existencia humana. Pero como dice la canción, «como duele, pero como duele el corazón» y, es cierto! Dolorosamente real, no hay mayor tormento que el mal de amores.
La intensidad del primer amor adolescente, la que viví en la euforia de la promesa incumplida de querernos para siempre y, que duró poco más que las notas de la canción que vistió el momento. Aún, después de tantos años recuerdo la desesperación por no volver a besar aquellos labios que embrujaron mis ojos con el soniquete de la risa, carcajadas brotaban contagiosas por la comisura ante cualquiera de las tontunas que se me ocurriera decir. Toda la vida recordé cuanto placer me daba juntar mis mejillas a las suyas, mofletudas y tintadas de ardiente color carmesí.
Con los años otras desilusiones amorosas tuve cierto es y, también cierto que a otras personas decepcione. Y es con cada una de las experiencias que tejieron en las entretelas el callo de la desconfianza, dureza que cierra y endurece en su interior el órgano más duro, constante y sensible que poseemos.
Media vida he pasado desperdiciando por temor, por cobardía, por no arriesgar perdí y, no puedo volver atrás, es imposible enmendar.
Ya hace unas horas que cerré los párpados, como dos losas cayeron en silencio sobre mis ojos cansados. A mi alrededor unos murmullan y, otros sollozan y, entre este último dolor que provoco en mis congéneres, escucho la sentencias solemne y firme.
– Solo es cuestión de horas.
Ante la situación sabía que no me quedaba tribunal donde recurrir, así que opte por no volver abrir los ojos y arrancar de cuajo la dureza del corazón, fue en ese momento que volví a sentir aquellas mejillas acaloradas junto a las mías, la respiración acelerada acariciaba nuevamente mis oídos, escalofríos recorrían la espalda. Evadido en la felicidad sonó el pitido final, el pitido sostenido daba fin y comienzo al amor eterno.
Escrito por: Jordi Rosiñol Lorenzo
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La vida nos lleva por diferentes caminos…y durante toda nuestra vida nuestros compañeros de viaje iran cambiando. Unos marcharán para no volver, otros se alejarán y con otros romperemos lazos…pero todos, todos tienen un hueco en nuestros corazones
Los momentos vividos en un primer amor no se olvidan jamás…son eternos en nuestros corazones. Y son recuerdos que cuando cierras los ojos y te vienen a la mente, un escalofrio positivo y de añoranza te invade…
De los recuerdos positivos e inolvidables jamás hay que olvidarse…hay que mantenerlos vivos
Un abrazo enorme Jordi, y aunque no te lo creas…me duele muchisimo que te enfadases por un tema de diferencias politicas. Sabes que siempre , siempre ,seras parte de mi vida.
De las buenas personas es dificil olvidarse y dejar de quererlas