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El estruendo resonó en las paredes del cuarto y el viejo se despertó sobresaltado. Hacía meses que sentía la muerte rondándole cerca, apuraba los últimos días del verano con la certeza de que no llegaría a Navidad. Aun así, maldijo su cabezonería, su negativa constante a volver a la ciudad, su ansia de soledad que le llevaba a aislarse en ese caserón decimonónico tan atractivo para los ladrones, sin molestos vecinos cerca. ¿Qué importaba ya? El cáncer lo devoraba, no se comería el turrón.
Con un esfuerzo titánico se incorporó de la cama y, cogiendo la pequeña Glock que guardaba en el cajón de su mesilla, se encaminó hacia la puerta cargado de tensión. Abrió despacio, sigiloso. Mil pedazos de un antiguo jarrón se esparcían sobre las láminas color caoba del parqué envejecido, y un pequeño felino se lamía una pata tratando de limpiar una herida reciente. El viejo apuntó con cuidado y soltó un exabrupto:
—Putos gatos
Acerca del autor
Escrito por: Ángel Lara Navarro (@Puntolara)
Ángel Lara Navarro (Madrid, 1972). Autor de «Una pistola como la de Larra» (Playa de Ákaba, octubre de 2016), y editor de «Ákaba Noir», la nueva colección dedicada a la novela negra de esta editorial.
Pertenece a la Generación Subway y estará en formación hasta que la muerte los separe.
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