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Me llamo Jacinta y conocí a mi marido el día de la matanza del cerdo. Eleuterio, mi vecino, llamó a mi puerta: “Jacinta, tú eres ya toa una mozica, y mañana voy a necesitar tu ayuda porque como sabes tenemos un cerdo bien criao que ha engordao ya lo suyo, y lo vamos a sacrificar, ya conoces el dicho, mujé: “‘Pa San Andrés mata tu res?’: ¿Te hace?”.
A mí, Eleuterio me había gustao vamos de toa la via. Era fortachón, un tiarrón de casi 2 metros de altura, con un mostacho y una barba de más de dos días que le hacían muy pero que muy varonil; manos anchas, agrietadas, fuertes, y lo que ya me hacía perder casi el sentio es que por el canalillo de la camisa se le saltaba un manojillo de vello negro, así to ensortijao él, que me hacía pensar en el resto… Pero el resto era ya pecao y estaba prohibío.
Cuando llegué habían sacao al gorrino de la cuadra, y lo habían sujetao con varias cuerdas a una mesa muy grande de madera maziza, y Eleuterio le estaba asestando con un fino cuchillo un corte profundo, que le atravesó la yugular entera, y el bicho no paraba de gritar. De su herida manó un buen chorro de sangre que casi tocó el techo, y que le dio de lleno en la cara a Eleuterio. Estaba guapísimo de matarife, todo ensangrentao, con un pañuelo a cuadros rojos y verdes cubriéndole el pelo y la frente. ¡Menudo hombretón!, eso era lo que yo pensaba mientras iba removiendo el lebrillo donde iba cayendo la sangre del cuello del animal, y entre mis dedos se iban formando como unas finas hebras de sangre o como aquí decimos: la ‘madejuela’.
Ya en la mesa, los hombres que habían prendido momentos antes fuego a unas aliagas le churrascaron con ellas todos los pelillos al pobre animal. Y entre eso y las tovas que le pasaron por encima, lo dejaron más limpio que relimpio. Después le colocaron una madera que iba de tendón a tendón, y lo llevaron a una cámara fresca. Allí comenzaron a descuartizarlo: pa empezar, le abrieron el vientre y le sacaron todas las tripas, y Eleuterio le arrancó de un tirón el corazón, entonces pensé, que de alguna manera él había hecho lo mismo con el mío porque no quería ni podía dejar de pensar en él ni de noche ni de día.
En cuanto me dieron las vísceras, me las llevé al río donde las lavé muy bien lavadas, y luego regresé a la casa donde seguí limpiándolas con agua y jabón hasta que me quedaron relucientes. También preparé las especias con las que más tarde sazonaría todo: sal, ajo, pan rallado, clavo, pimienta, orégano… Y luego me puse con calma a ir ensartando con un hilo las piezas hasta formar ristras enteras de embutido. A la mañana siguiente, Eleuterio vino a mi casa, llevaba en un platillo “las vísceras del amor”, o lo que es lo mismo longanizas, morcillas, chorizos, etc. que yo también había contribuido con mis manitas a hacer. Me miró muy fijamente y me dijo: “Jacinta, aparte de este regalo te traigo otro”. Y sacó un anillo, que tenía unas gotitas de sangre, que me hicieron saltar de la risa y al dármelo tuvo la poca decencia de plantarme un beso en toa la boca. Y juro por Dios que después de eso las morcillas, las longanizas y hasta los chorizos empezaron a bailar en aquel platillo al son de la Vie en Rose. Y sentí que mi destino se teñía de un rojo muy intenso para siempre o hasta que Dios, amigos míos, tenga a bien decir.
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Acerca del autor
Escrito por: Isabel Alamar (@https://twitter.com/casaescritura?lang=es)
Nace en Valencia. Es Licenciada en Filología Hispánica y Filología Valenciana por la Universidad de Valencia. Algunos de sus poemas,
reseñas literarias o artículos sobre lingüística han sido publicados en prestigiosas revistas como: Prisma, Espacio Luke, Culturamas, La
Galla Ciencia, El Ciervo, Todoliteratura.es… y en periódicos como El Correo. Por otra parte, ha sido incluida en varias antologías: Ventanas
(Torremozas, 2007), Poesía experimental española (Calambur, 2012), Arquitectura de la palabra (Institució Alfons el Magnànim, 2012) y Un viejo estanque (Comares-La Veleta, 2013). Actualmente dirige el Portal Literario «CasaEscritura» y como artista plástica pinta cuadros de estilo moderno. Hasta la fecha ha publicado el poemario Cantos al camino (Playa de Ákaba, 2017) y está ya en preventa su segundo poemario A la intemperie de tu boca aquí en Espacio Ulises.
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