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Dio una última calada a su cigarrillo Marlboro y, lentamente, lo apagó contra el cenicero mientras releía el último capítulo de su novela en la pantalla del ordenador. «Es perfecta», pensaba a cada párrafo que leía. En realidad no quería seguir leyendo ni una palabra más. Era la novela más perfecta que jamás se hubiera escrito, no podía tener ningún error. Solo quería salir a celebrarlo. Ansiaba una noche loca guiada por la lujuria y el alcohol. Había estado seis meses encerrado día a día en su casa escribiendo aquella maldita obra de arte, y eso destroza a cualquiera. Pensaba codiciosamente en todo el dinero que ganaría. La editorial con la que había trabajado los últimos años le pagaría una gran suma de billetes, estaba seguro. Podría comprar el Ferrari con el que había estado soñando toda su vida. Seguramente ganaría varios premios literarios y su cara saldría en la portada de todos los periódicos internacionales. Todos estos pensamientos surgían continuamente de su cabeza mientras leía inconscientemente las últimas palabras de su novela.
Cuando hubo terminado, ese futuro utópico tan deseado se tornó en algo mucho más oscuro. Toda clase de pesadillas lo atormentaban. «Nadie la comprenderá», pensaba al mismo tiempo que su corazón palpitaba desenfrenadamente. Tenía miedo. Todo ese tiempo malgastado tecleando sin parar frente al ordenador no había servido para nada. Se hacía preguntas constantemente. Estaba lleno de dudas. La inseguridad se tragaba todas sus ilusiones, y decidió hacer algo. No fue fácil tomar aquella decisión, pero al final creyó que era lo más acertado. Se levantó del sofá en el que había estado sentado y se dirigió temblorosamente hacia la cocina. Abrió la puerta de cristal que daba al balcón y anduvo hasta la barandilla. Se agarró a ella con fuerza. Notaba el viento helado en su cara. El sonido lejano del tráfico llegaba a sus oídos. Sin prisas pasó la pierna izquierda al otro lado de la barandilla, y después hizo lo mismo con la derecha. Quedó un momento sentado viendo el magnífico paisaje nocturno que se dibujaba desde el último piso de aquel rascacielos. Sin dudarlo un segundo y con toda tranquilidad, se dejó caer. Su mente estaba tranquila. Él moriría junto con su novela y la novela moriría junto a su único amante.
Acerca del autor
Escrito por: Juan Carlos León Madroñal
Soy un estudiante muy aficionado a la lectura, y como buen lector siempre he tenido ese gran afán de fabricar algo por mi mismo. Sin embargo, desde siempre he estado dominado por la inseguridad. Es para solucionar este problema por lo que escribo mi primer relato. Espero y agradezco vuestras críticas. También espero que los que están en mi situación se «liberen». FUERA INSEGURIDADES.
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Muy bien escrito el relato. Conciso y directo. Me gusta el estilo de frases cortas. Las grandes parrafadas suelen agobiarme. El final es previsible, pero no por ello menos intenso.
A mí no me pareció previsible el final! Me encantó la paradoja central de escribir por los demás pero al mismo tiempo no poder/querer compartir nuestra obra con nadie. Sigue escribiendo!