Tiempo estimado de lectura: 2 min.
Siéntese por favor. ¿Le puedo ofrecer algo de beber? No, de eso no tengo. Agua y creo que me queda un poco de licor de alcachofa Cynar en el mueble bar. No se ría caballero que hace años se bebía mucho como aperitivo. Se lo digo yo que con catorce añitos ya era camarero en La Mezquita, se acordará usted, el bar que más caja hacía de todo Bravo Murillo. Ah, que no es usted de aquí. ¿Agua entonces? Beba, beba, que estará usted sediento de bajar y subir escaleras todo el día con este calor y esa corbata. En La Mezquita también nos obligaban a llevar corbata, eran otros tiempos. Había verdaderos profesionales detrás de una barra. ¿Está fresquita? Sí, la luz claro. Que resulta que usted me puede mejorar la factura, ¿de qué compañía es usted? Sí, sé que lleva una tarjeta pero yo apenas veo a más de medio metro de distancia. ¿De quién dice? Ya. Bueno, los mismos perros con distintos collares. ¿No está usted de acuerdo? Mire, le voy a hacer una confesión: en los últimos dos años he atendido a tres chicos como usted. Con su misma blanca sonrisa, con su misma corbata, con su misma tarjeta o parecida. Podrían ser cuatrillizos. Todos me convencieron con su palabrería y fui cambiando de compañía una y otra vez, una y otra vez, hasta pasar por la misma dos veces como el que se equivoca en una rotonda. Ahí me di cuenta de que me estaban haciendo el tocomocho, de que daba igual con qué compañía estuviera, lo importante es que yo era una presa fácil. Las crías y los viejos somos las presas más fáciles, aquí y en la selva. El problema es que a mi nunca me ha gustado ser la presa, más bien al contrario. ¿Sabe?, después de estar cuatro años en La Mezquita entré de ayudante en una farmacia de la calle Ceuta, ¿la conoce verdad? La habrá recorrido cientos de veces en busca de presas fáciles. Aprendí mucho en esa farmacia. Aprendí de las cosas que curan, y de las que matan. Líquidos incoloros, insaboros e inodoros. Como el agua. Su hermano cuatrillizo se quedó como una Z tendido en la calle. Un mal golpe de calor. Un “cosas que pasan”. Un “no somos nadie”. Un “tan jovencito él”. Está usted perdiendo la color amigo. ¿Le aprieta la corbata? ¿Ya está viendo la luz?
Acerca del autor
Escrito por: Sergio Ituero
Sergio Ituero (Madrid, 1976). De profesión «nombrador de empresas y productos» en el estudio de naming Damenáme, desde pequeño tiene una relación especial con la literatura iniciada por su aversión al fútbol y cimentada, como consecuencia de esto, por su absoluta falta de amigos. De los 0 a los 14 lee mucho más que de los 14 a los 41, pues en la adolescencia se adentra en el «wild side of life» de Segovia, si es que esta provincia tiene de eso, juntándose con otros seres marginales y formando el grupo de rock autóctono ALFALFA, en el que compone varias letras y que supone su primer contacto con algo parecido a la poesía. En el año 2002 autoedita un poemario llamado DAR VUELTAS y en el 2017 el monográfico sobre el desamor CORNADAS, con la editorial Playa de Ákaba.
Como siempre, te invitamos a que nos dejes tus opiniones y comentarios sobre este relato en el formulario que aparece más abajo.
Además, si te ha gustado, por favor, compártelo en redes sociales. Gracias.
Y si te quedas con ganas de leer más, puedes entrar a nuestra librería online
Muy interesante
Curiosas realidades de la vida misma.