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Sus sábanas repletas de aroma a margaritas recién marchitadas. Su reloj sin pilas abandonado en el fondo de la mesita. La ventana que quedó abierta des de que se escondió el sol, y la típica danza paralizada de sus cortinas blancas. Todo esto cambió des de que ella se fue. Ésa habitación ahora parece un refugio de fantasmas; uno en el que se esconde la tristeza de cada objeto inerte. Ahora es el túnel que a muchos nos lleva a los recuerdos que antes no creíamos que fueran necesarios para un futuro. Ahora esa habitación es de un color gris oscuro. Las sábanas huelen a piedras. El reloj del fondo de la mesita se rompió, y la ventana quedó cerrada des des de aquel día. Sin embargo, entre ésas cuatro tristes paredes sigue su voz deambulando disimuladamente. Si miras fijamente al espejo puedes ver cómo se destaca su sonrisa en todo ése desierto abandonado. Si cierras los ojos y tocas tu corazón, hasta puedes notar sus brazos tocando tu hombro. Aún con todo lo malo, parece que su alegre fantasma no se dejó vencer.
Acerca del autor
Escrito por: Sabrine Kadari
Simplemente dejo que mi corazón guíe mi mano; así es como nace mi poesía.
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Hola, bueno noches, tardes o mañanas. He descubierto a esta poeta en un artículo de la vanguardia por «La escapatoria de las nubes» y me encantó, y me puso la piel de gallina. Me gustaría seguirla si tienes redes sociales. Manginifica poesía.