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Estábamos sentados alrededor de la mesa camilla. La abuela sin parar de hablar, como siempre y en el momento en que yo desperté de la siesta, tomé al dictado en taquigrafía, que me hizo aprender mi padre –decía que era muy útil en la oficina– un montón de palabras de aquella manera.
Ya os aviso que está escrito tal cual lo tomé, sin ningún filtro, porque como ya sabéis como es la abuela y sus cosas, yo no pienso explicaros que dijo antes o que dijo después o a quien se refería, no me enteré, vosotros sabréis. Si lo entendéis bien y si no, os venís algún día a verla y le preguntáis, que así desde la distancia, estáis la mar de cómodos, mientras yo aquí, me como el marrón de tener que hacer de todo en esta casa, a cambio de nada. Que sois unos hijos desagradecidos y encima os compra botas y cosas de esas.
Empieza el cantar, así que atentos. Por cierto, hay que ver a sus 105 años, la cabeza que tiene la vieja, es la pera limonera, una memoria que te zurras Manolín, ya quisiera yo tener así el coco, no me iba a hacer falta ni taquigrafía ni nada. Y es que yo soy como mi padre, que se tenía que apuntar hasta el día que había ido a cortarse el pelo.
…que no le gustaron los zapatos, pero que había unas botas ole, muy buenas, pero que no tenían el número suyo, así que pa el día que venga más, diz que se las compra, una botas así fuertes y eso y que pal día que venga que las tendrá que las tiene que pedir y como es su cumpleaños, así que claro tengo que darle cincuenta euros por lo menos, y claro tengo que darlo porque el día que me muera, como todo el mundo, tengo que dejarlo todo aquí eh? y si lo doy ahora lo veo eh? no te parece? y espérate a ver lo que queda, a ver si tengo bastante, que las residencias son muy caras, claro que las residencias son muy caras y espérate a ver si tengo bastante, y encima dicen que eso, que claro, me dicen que si un mes porque el pelo, por si no sé qué si no sé cuántos por las uñas, te cobran, eh? así que espérate. Toma, toma, toma, ese es un poblema, así que espérate, y tuvo que desarmar todo el reloj y dice que tenía un lumbago, dice que metió mal, porque dice que tiene tres hernias discales, tres, que metió mal y que no tiene que hacer excesos y dice que metió un colchón en una funda allí en la casa de la playa en la cristina esa, y ahí le tuve todo el día con el reloj dichoso, ya sabes que tu tía Felisa se enfadó mucho, conchó, porque tu abuela se lo dio a tu padre, y mira lo que me llevo yo gastao en el reloj, asi que y a ver si se compra unos zapatos o las botas que diz. Ah, pero que dice que vaya pa los garcías, que asi lo dejó dicho tu abuela, yo mira que hagan lo que quieran, mira primero a Desiderio que fue el que lo tuvo y lo arregló, a Desiderio le tuve que dar por el arreglo, después lo tuvo el hombre ese del paseo Canalejas, después lo tuvo y este me cobró veinte mil pesetas, asi que me da miedo que tenga que venir otro, oye me ha dicho este, escucha, me ha dicho Ángel que dice que habrá hablao allí con quien sea, que le ha dicho que se puede quitar esa pesa de tocar y que el reloj sigue andando, pero que no da la hora, pues hijo eso es una solución, es que lo había comprao el padre del abuelo Manolo, tenía once hijos ese hombre, y creo hijo que lo has heredao, que era de esos que traían por ahí la juerga, como tu claro, solo los de la juerga, creo que de juerga en juerga, el abuelo era muy viejo cuando lo compró, o como yo ahora más o menos, que fue cuando nació, cuando nació el abuelo?, que debió de ser cinco años cuando nació la abuela que debió de ser en 1887, así que si el abuelo tenía cinco años más pues en el 82 cabalito, y entonces la abuela tenía la idea de que pa tu padre y tu tía Felisa se enfadó enormemente porque quería que yo le diera dinero pero yo no quiero el reloj, pa que quiero yo el reloj ni nada, yo no doy dinero, a ella le dio una cómoda y a Rosario la máquina, y a tu padre el reloj, pero Felisa quería que yo le diera dinero y pos yo no, yo no, además yo no lo pedí ni nada, fuiste tú con el coche, y lo trajisteis, a tu abuela y al reloj, fuisteis al pueblo tu padre y tú a buscar a la abuela y trajisteis el reloj, cada cacho por su lao, y Desiderio que era muy religioso pos lo arregló, los pendientes de la abuela, los grandes de las fiestas se los dio a las nietas mayores, pa eso cayó la Felisa, y luego dice que la capa del abuelo, que su marido Agustín la gastó, bueno bueno bueno pero lo que quería Felisa era que yo diera el dinero, y yo no y mira lo que me viene es haciendo buenos gastos y si yo le digo a Ángel que se lo lleve, tú crees que su mujercita Ana se lo dejará llevar? eso será otra cosa, bueno no sé yo, ah yo por mi si, mañana mismo o tú si lo quieres, que a mí lo que me hace es eso, veinte mil pesetas, y luego este relojero de aquí abajo que se lo lleve dice y ya que me cobre otros veinte mil euros o lo que sea, y yo no doy dinero por el dichoso reloj este…
Lo último que le tomé nota antes de volver a quedarme dormido fue…
… ya se ha dormido el tonto este, es como su abuelo, de tanta juerga, el so vago.
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Acerca del autor
Escrito por: Alberto Vicente Monsalve
Nacido en Salamanca (1954)
Ha publicado relatos en varias antologías y el poemario “En el aire las raíces” con la editorial Playa de Ákaba.
Colabora en varias revistas literarias y en la Tertulia Poética Desván de Torrejón de Ardoz (Madrid)
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Muy buen relato, compañero. Me gusta sobre todo el sentido del humor que rezuma toda la narración y reconozco que al finalizar mi lectura no he podido evitar la carcajada. Enhorabuena y espero más relatos tuyos. Un saludo.
Muchas gracias Alex. Me alegro de que te haya gustado y comentarlo así me motiva mismamente, como diría la abuela.
El cuento es un retazo de realidad de aquellos tiempos. Historias similares podría relatarlas yo si supiese escribir como tú, Alberto, me ha gustado mucho. Enhorabuena. Me encantará volver a leerte y volver a verte… Recuerda Mesa de Salud Escolar. Un abrazo.