Y ahí estaba el cielo de Madrid, esperándole después de tanto tiempo. Salió de Atocha arrastrando la maleta intentando no golpear a nadie. Cogería un bus. Las bocinas, el humo de los coches, la gente cruzándose, casi un milagro que no se chocasen entre ellos. Cómo demonios iban a entrar todos en el bus pensó, pero entraron. El bus dejó a su derecha el Retiro, y a él acordándose de las faldas de Pilar, y de la bicicleta que fue azul y luego color óxido que tenían que compartir a turnos o a tortas entre todos, de cómo tiraban piedras a los peces, primero las migas para que se acercasen.Y cómo bailaba Carlos la peonza. Él era malísimo, como en el fútbol q nunca le cogían, no como su hermano, que era el rey en todos los deportes, los estudios, las chicas… sí, se ligó a Pilar, sólo por fastidiarle porque sabía q a él le molaba, y Carlos hacía ese tipo de cosas porque podía… y claro, el preferido de Madre ya que Carlos no pencaba todas como él, y a Carlos Madre no le recordaba constantemente como a él que no iba a ser nadie en la vida. Sí, se había quitado de en medio, y Madre nunca se lo había perdonado. La siguiente ya era su parada. Bajó. Las dos últimas manzanas las haría andando. Había mirado algún alojamiento por si acaso. Ni idea de cómo iba a reaccionar después de tanto tiempo de lo de Madre, el accidente, no haber ido al funeral…
Llegó. Llamó al timbre y esperó y se acordó cuando de chicos llamaban a los telefonillos de las casas y salían pitando, y pensó en si esta vez se quedaría o saldría corriendo otra vez de allí, como cuando eran pequeños.
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