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Aletea, pequeña isla entre nubes anclada, rodeada de infinito y agua salada.
A la madrugada, Justiniano el pescador se levanta del lecho. Da un beso a
Consolación, la esposa que aún duerme. A la mujer del sueño le robó su noche.
Bostezando, aparta la cortinilla del rústico pórtico de la ventana. Lleva sesenta
Años haciendo el mismo gesto para divisar allá a lo lejos, en las rocas, el “faro
De los santos”. Temeroso de que un día no esté. Ya se lo dice Consuelo: no seas
Tonto,”Justi”, ¿quién se lo va a llevar? Y es verdad, él lo sabe…pero sigue vigilando
Por si acaso y así se queda más tranquilo, ¿no? Después pasa revista a la habitación
De las niñas, ¡ja, las niñas! Soledad y Rocío vivían en la ciudad lo menos hacía veinte años. ¡Qué pocas cartas llegaban del sur! Tritón viene meneando el rabo
-qué viejo estás amigo, cómo pasa el tiempo. Recuerdo cuando eras un cachorro y
ahora ya babeas y ni siquiera me oyes…y desde luego, nada de acompañarme a pescar, ¡qué lástima Tritón!-,le acaricia el pelaje rojizo.
Recoge los aparejos de pesca, la red y el arpón. Entorna despacito la puerta y se acerca ansioso a las orillas decoradas de conchas, corales y piedras pinceladas que
Brillan a la media Luna. Se coloca el chubasquero y las impermeables Katiuscas.
Allí nace el silencio, un brote de lluvias de ecos vacíos con la huella del pájaro de alado espíritu. Justiniano muestra en el brazo una bala tatuada de una guerra de antaño, en la que perdió mucho. Desata a Andrómeda, la barca que le mece y se echa a la mar, escuchando la suave ola, el olor a brisa y observa lo que queda atrás, los tejados de pizarra de las casas de piedra que construyera su bisabuelo. El silencio…
Lanza una piedra y cuenta los saltos. Hoy quiere amanecer lo más próximo al horizonte porque le han dicho en el mercadillo que existe un enorme banco de peces allí donde nadie ha llegado. Quizá sea una búsqueda inútil, pero él es terco, izará las velas si hace falta alejándose de la costa, guiado por el “faro de los Santos”. Espolvorea semillas de ilusión en la arena escamosa para que crezcan raíces en el cielo.
Photo by Everaldo Coelho on Unsplash
Acerca del autor
Escrito por: Kim Bertran Canut
Socio de ASEJE (Asociación de jóvenes escritores de habla hispana) en cuya revista “Caminos”, publica “El chico del piso de arriba”.
Participa en los recitales del centro altruista de Adriana Ferrán “Al embrujo de Cal.liope” en la Cova del Drac y en el Piano Bar.
En 1996 funda con otros amigos: La Asociación de difusión Cultural, “Catarsis”, revista literaria Iberoamericana (e Internacional)…ésta ve el fin de sus días en el 2003.
En 1993 publica la novela corta “Imaginación Atrapada”, escrita en 1989.
Sale la 2ª Novela “El reflejo de los sueños en lunas rotas (Perdido en la eterna oportunidad)”. (2002)
Inscrito en la RED MUNDIAL DE ESCRITORES EN ESPAÑOL: REMES
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