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Camila y yo vivimos en la misma ciudad y jugamos a encontrarnos. Dejamos constancia de nuestro paso, poblando los sitios de efímeros (y contundentes) suspiros de vida. No nos valen las clásicas pintadas en paredes ni ramos de florecillas sujetos a farolas de Avenidas; preferimos las representaciones absurdas en lugares no menos insólitos e improductivos.
Paseando por el Rastro, en el vestíbulo de la Sala X de la Calle Duque de Alba, encontré a un perro subido a una tarima de madera. El animal, un bulldog francés, permanecía erguido de forma encomiable con una faldita de bailarina de danza clásica alrededor del cuerpo. Imaginé el adiestramiento hacia aquel animal, de naturaleza juguetona, y me resultó bastante meritorio por tu parte. Quise corresponderte, dejando a las puertas de otra Sala X, en la calle Postas, un oso de peluche de dimensiones gigantescas con el traje típico del Tirol; la taquillera acabó enfureciéndose y hube de cargar con el peluche por Mayor y Preciados ante la algarabía de niños embutidos en capuchas de abrigos recios. No siempre mis intentos han sido en vano. Las veces en las que una nebulosa se instala en la perspectiva de los días y un nudo en la garganta me obliga a seguir echando de menos a Camila, soy capaz de empresas formidables; verdaderos actos de amor y reivindicación. A buen seguro que Camila contempló el mural que desplegué en una de las fachadas de la exigua calle Rompelanzas. Tenía una frase escrita: <<Yo también leo a Ionesco>> y una imagen superpuesta del autor. Sabía que devolvería con creces el golpe: paseando mi pesar por la calle San Bernardo, a través de las rendijas de un tragaluz situado en la acera, pude admirar la silueta de un violonchelista encerrado en un cuarto estrecho y lleno de porquería. Afiné el oído y al instante reconocí el Preludio de la Suite para violonchelo nº1 en sol mayor BWV 1007 de Johann Sebastian Bach. El mismo Preludio que tuvimos ocasión de escuchar la última vez mientras acariciaba su piel blanquita y sedosa y ella parecía dormirse entre susurros.
Photo by Sweet Ice Cream Photography on Unsplash
Acerca del autor
Escrito por: Antonio Contreras Rabadán
Aficionado a escribir desde pequeño. He asistido a talleres de escritura y participado en algunos certámenes literarios. Me gustan: Cortázar, Kafka, los cuentos de Carver, Michael Houellebecq, Faulkner… y otros más.
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