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Había una vez una oruga que se llamaba Princesa. Deslumbraba con su belleza, sus colores y sus movimientos. Su caminar era lento, coqueto más siempre estaba alerta a cualquier problema. Todos la apodaban, la oruga valiente, por su interés en ayudar durante las situaciones de emergencia. Vivía en un campo de flores sembradas, donde abundaban los árboles frutales como durazneros, ciruelos, perales y un sembradío de frutillas.
El aroma y el perfume de aquel campo, rodeaban a Princesa y la cubrían con un manto de exquisito de olores de menta, sándalo y de ricas frutillas. Ella decía que jamás se iría de ese lugar.
Pero cierto día sus planes cambiaron. Los dueños del campo, donde vivía Princesa, cosecharon el fruto del sembradío de frutillas, los ricos duraznos, las peras y las ciruelas, para luego venderlos en el mercado. Así juntarían algo de dinero para pagar sus deudas y les quedaría capital para volver a sembrar. Luego fumigarían del todo el terreno. Los amigos de Princesa le dijeron a ella que debían irse de allí todos, tenían que salir inmediatamente, porque era peligroso el veneno que se usaría para exterminar a las plagas dañinas que comían y echaban a perder el sembrado. La oruga anhelaba decirles a las personas que ni ella ni sus amigos, comían de lo que estaba sembrado. Su alimento era pastito tierno del suelo y polen que caía de las flores cultivadas. Como no lograron hacerse escuchar, tuvieron que planificar su partida hacia otro campo. Debían ir al terreno vecino, donde no se había sembrado nada y había muchas plantitas y frutas. Allí estarían lejos del peligro. Todos los insectos voladores, se prepararon para el éxodo hacia esa hermosa y nueva tierra. Todos armaron sus bolsos y valijas, para emprender el viaje de varios metros de distancia. Pero había un problema. Como Princesa se arrastraba, ya que era una oruga, no podría salir a tiempo y otros bichitos más tampoco podrían volar, por eso sentían que no podrían salvarse. Los insectos habían comenzado a irse de allí, volando con sus alas y aunque quisieran, no podían hacer mucho por Princesa y los demás insectos que se arrastraban. Todos querían ayudar, pero el avión fumigador tardaría poco tiempo en llegar y por eso, tenían que evacuar la zona rápidamente. Los compañeros de la oruga valiente, bichos bolita, cascarudos y cien pies, entre otros, también estaban en la misma condición que ella y se quedaron esperando la lluvia fumigadora. Cuando escucharon que el motor de la avioneta sonaba cada vez más fuerte, las orugas gritaron fuertemente “¡quien nos diera alas para volar!” . Entonces una suave brisa produjo lentamente su metamorfosis y fue así que se fueron transformando en bellas mariposas. Sin tardar se prepararon para salir de allí, volando hacia una sola dirección. Se acordaron de sus amigos que no podían volar. Entonces Princesa les pidió que tomaran del lomo a los bichitos que pudieran llevar consigo y los dejaran en el campo donde se iban a reunir al final. Fueron y vinieron durante unos cuantos minutos, antes de que el avión desparramara el pesticida sobre todo el campo. Lograron transportar a todos los insectos que no podían volar. Cuando terminaron el rescate, las mariposas se asentaron en los árboles y flores hermosas del campo libre de fumigación, para descansar de su trajín. Se encontraron con sus amigos, los cuales habían recorrido varios minutos por encima del sendero que llevaba a su nueva morada. Desde ese entonces, apodaron a Princesa, con el nombre de “Mariposa Valiente”. De esta forma, Mariposa Valiente y sus compañeras se hicieron famosas por estar en el momento preciso para socorrer a sus amigos. Todos los bichitos organizaron una gran fiesta de agradecimiento y bienvenida a las orugas convertidas en mariposas. Le dieron un ramo de rosas a Mariposa Valiente, quien había sido líder en salvar a los animalitos que no podían volar. Las libélulas, las abejas, los bichitos de luz junto con varias langostas, se preocuparon en hermosear aquel jardín, plagado de bellas flores perfumadas y frutos silvestres. Todos fueron invitados a la fiesta y disfrutaron de los ricos manjares que se degustaron allí. Sabrosos vegetales, frutos bañados en jugo de almíbar, néctar de jazmines y crisantemos, bebidas de arándano y frambuesa. La mesa fue preparada para el emotivo agasajo. Se hizo una gran torta decorada con cerezas, crema de mango, hojas de alelí y flores de verbena. Habían armado la mesa con tanta dedicación, porque en esa fiesta se debía reconocer que muchos de ellos, habían sido salvados de una fumigación fatal. Con lágrimas en sus ojos, agradecieron constantemente a Mariposa valiente y a sus amigas. No dejaron del todo de recordar su hogar anterior y su dicha pasada. Prometieron de corazón y con mucho esfuerzo, comenzar a construir su nuevo hogar, con flores perfumadas, madera de sauces, hojitas verdes de romero y piedritas que recolectaron en un inmenso arroyo cercano. Aquel campo, lleno de verdor, frescura y aroma delicioso a manzanas rojas, destilaba también mucho, mucho, mucho amor.
Photo by Aaron Burden on Unsplash
Acerca del autor
Escrito por: Erica Miller
Escribi un libro de poesia,relatos,poemas,etc.Son hermosos y apasionantes los textos que mandan los demás escritores.Valoro mucho la esencia de sus escritos.
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