Queremos todo lo que queremos,
y lo queremos ya.
Nos quedamos sin nada,
por no esperar.
Nos enseñaron que esperar es una pérdida de tiempo.
Ahogamos nuestro pensamiento en deseos inalcanzables
que nos llevan directos a la desidia que adormece nuestra inteligencia.
Al tiempo no se le imponen ideas.
Sobre nada, ni sobre nadie.
Somos fruto de una dulce espera.
Somos naturaleza en constante rotación
que no obedece a nuestras órdenes apresuradas.
Cuando aprendamos que no somos felices en la inmediatez,
tendremos todo lo que queramos.
Acerca del autor
Escrito por: Candela Carrascosa
No cuenta con ninguna experiencia, simplemente me gusta leer y escribir.
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